miércoles, 14 de septiembre de 2016

La estructura narrativa clásica


La estructura narrativa clásica
o cómo dividir una narración en tres partes






Existen muchas maneras de estructurar una novela, un cuento, un guión de cine, un texto teatral o incluso un cómic, pero, sin lugar a dudas, la más usada es la denominada estructura narrativa clásica. Fue estudiada ya en la Antigua Grecia, hace más de 2000 años, y de ahí su nombre. De ella vamos a hablar aquí.


Estructurar una narración significa establecer las distintas partes que compondrán el relato y la relación entre ellas de manera que resulte sólido de principio a fin: que cada una esté en el lugar que le corresponda, tenga la extensión adecuada y contribuya a la unidad del texto. Si no estructuramos nuestra narración, o si no la estructuramos bien, se vendrá abajo, como un edificio mal cimentado.


Por ejemplo, en el cuento Caperucita Roja, que seguro conoces, primero se nos cuenta cómo la madre de Caperucita envía a su hija a casa de la abuelita, luego cómo Caperucita se encuentra con el lobo, luego cómo el lobo llega el primero a casa de la abuelita... Las escenas tienen relación entre sí, están dispuestas en un orden lógico y ninguna se extiende más de lo necesario.
Pero imagínate que antes de que el lobo mate a la abuelita, se nos contase cómo el leñador mata al lobo. ¿Qué pasaría? Pues que el relato perdería toda su consistencia. Igualmente, si el relato se entretuviese durante 20 páginas en explicar los detalles del funeral de la abuelita, el cuento perdería su unidad.




La estructura narrativa clásica es una forma sencilla de garantizar la solidez de una narración. Es aplicable a los relatos de aquellas historias que se componen de una única línea de acción. Consta de tres partes, que son las siguientes:







Seguro que los nombres te suenan. Tambien podemos llamarlas Presentación, Nudo y Desenlace, o Primer acto, Segundo acto y Tercer acto, o Introducción, Confrontación y Solución. Veamos en qué consiste cada una:

Planteamiento

Ocupa la primera parte del relato, y en él contamos todo lo necesario para situar al lector: dónde transcurre la acción, cuándo transcurre, quién es el protagonista y en qué situación se encuentra. Además, explicamos qué acontecimientos provocan que la normalidad en la que vive el personaje quede alterada. El planteamiento suele ocupar, aproximadamente, una cuarta parte del total de la obra.

En el ejemplo de Caperucita, en el planteamiento se nos cuenta que Caperucita es una niña que vive con su madre. Un día, la madre envía a Caperucita al otro lado del bosque con una cesta para su abuelita. La madre le pide a su hija que no se entretenga por el camino y que no hable con desconocidos. Caperucita, como niña que es, marcha despreocupada. Entonces aparece el lobo.

Desarrollo

El desarrollo ocupa el tramo central del relato, y en él contamos cómo se suceden los acontecimientos desde que la normalidad en la que vive el protagonista queda alterada hasta que el asunto está a punto de resolverse (ya sea a su favor o en su contra). El desarrollo suele ocupar, aproximadamente, dos cuartas partes del total de la obra.



En el ejemplo, el lobo engaña a Caperucita, llega el primero a casa de la abuelita, la mata y se disfraza de ella. Caperucita llega a la casa y ve algo raro en el aspecto de su abuelita, pero antes de que pueda reaccionar, el lobo se lanza sobre ella y se la zampa. ¿Es el fin de la niña?


Resolución


Finalmente, en la resolución, último tramo del relato, contamos cómo termina la peripecia del protagonista y mostramos la situación en la que quedan los personajes tras la experiencia sufrida. La resolución suele ocupar, aproximadamente, un cuarto de la obra.




En el ejemplo, un leñador oye los gritos de auxilio de Caperucita, acude a la casa, mata al lobo y rescata a la niña, que puede volver con su madre sana y salva. La pobre abuelita descansa en paz, y Caperucita aprende (y el lector también) que conviene tener cuidado con los desconocidos.


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